Yo trabajaba para el estado. Tenía un buen empleo (al menos para lo que se considera “bueno” en Cuba) y había logrado ahorrar lo suficiente para cubrir mis gastos durante un año completo. Pero esa rutina no era para mí. Me asfixiaba. Yo quería más. Quería ser libre.

Así que tomé una decisión radical: lo dejé todo y me lancé al trading. Pensé que sería más sencillo, que con algo de disciplina y práctica lo lograría. Pero el mercado me dio una buena bofetada de realidad.

Cómo perder $5000 me cambió la vida

Nunca imaginé que una pérdida tan grande fuera lo mejor que me podría haber pasado. Fueron $5000 dólares que se esfumaron entre esquemas ponzis y juegos de criptomonedas. Pensé que estaba siendo listo, que había encontrado la fórmula mágica para hacer dinero rápido desde Cuba. Pero no. Perdí todo.

Y con “todo” no me refiero solo al dinero. Perdí la tranquilidad, la confianza, incluso llegué a cuestionar si valía la pena seguir intentando. Ya no quedaba nada, literal. Fue entonces cuando el que trabajaba conmigo en ese momento me habló del trading.

Al principio lo rechacé. No me gustaba. No entendía los gráficos, ni las velas japonesas, ni los pips, ni nada. Solo lo vi como una escapatoria, una posible manera de generar algo de dinero para sobrevivir. En ese momento no buscaba un sueño, solo necesitaba una tabla de salvación.

Aprendí trading sin pagar cursos

No tenía dinero para academias. Lo que sabía, lo aprendía de videos pirateados que me pasaba el mismo colega que me presentó el trading. No lo justifico, pero era la única opción.

Pasé noches enteras viendo grabaciones, repitiendo sesiones, practicando, frustrándome, volviendo a intentar. Más adelante, cuando ya era rentable, sí me inscribí en una que otra academia. Pero la base la construí así: a pulmón, con voluntad, y con la ayuda de alguien que creyó en mí cuando ni yo mismo lo hacía.

Mi primer error en los mercados

Mi primera cuenta real fue de 150 dólares. Recargué y en menos de 10 minutos voló todo. No tenía ni idea de cómo se gestionaba el riesgo. Me había ido bien en demo y pensé: “esto es fácil”. Error. Muy típico, por cierto.

Creí que podía replicar en real lo que había hecho jugando. Y el mercado se encargó de enseñarme que no estaba listo. Ese golpe fue doloroso, pero también fue el comienzo de un aprendizaje más serio, más comprometido.

El peligro de vivir solo del trading

Uno de mis errores más grandes fue tener el trading como única fuente de ingreso. No se lo recomiendo a nadie. Demasiada presión. Y en este juego, la presión es tu peor enemigo.

Cuando dependes exclusivamente del trading para comer, pagar el alquiler o ayudar a tu familia, te cuesta aceptar que las pérdidas son parte del negocio. Cada operación se convierte en una carga emocional. Y eso te lleva a tomar malas decisiones.

Cuando toqué fondo (y no me rendí)

No te voy a mentir. Hubo momentos en los que toqué fondo. Días en los que todo salía mal, en los que me preguntaba si realmente estaba hecho para esto. Pero nunca pensé en rendirme.

Este camino no es para cualquiera. Es para gente fuerte mentalmente. En el trading conoces tus demonios internos, tus debilidades como ser humano, y también tus fortalezas. Es una montaña rusa de emociones, de autoconocimiento, de mejora constante. No solo te hace ganar dinero: te transforma.

Mis primeros $50 en trading

Mi primer logro no fue una gran ganancia. Fue hacer $50 en una semana. Eso fue suficiente para aliviar un poco mis gastos cuando ya no me quedaba casi nada del fondo que tenía guardado para sobrevivir el año.

Ese momento fue clave. Cuando empecé a ver consistencia, así fuera poca, sentí que todo empezaba a tener sentido. El esfuerzo, las horas frente a la pantalla, las noches sin dormir… todo empezaba a rendir frutos. Recuerdo haber ganado mis primeros $10 USD en una sola operación y sentir más emoción que cuando luego gané $1800 en una sola sesión. No se trataba del monto, se trataba de haberlo logrado.

De 3400 CUP a 400 mil pesos

Antes de todo esto, vivía con 3400 CUP al mes. Mi mamá tenía que ayudarme. Aunque trabajaba, no me alcanzaba. Y de pronto, gracias al trading, logré hacer más de 400 mil pesos en un solo día.

Eso fue un cambio brutal. Pero te digo algo: no me quedo con el dinero, me quedo con la persona en la que me convertí. Me quedo con la posibilidad de ayudar a otros, de impactar vidas, de ser ejemplo para quienes creen que no se puede. Sí se puede. Cuesta. Pero se puede.

Lo mejor no fue el dinero

El dinero importa, claro que sí. Pero no es lo que más vale. Lo mejor que me dio el trading fue la libertad. No tener jefe. No tener que pedir permiso para vivir. No tener fronteras.

Me dio la oportunidad de conocerme, de superarme, de romper con el molde que me decían que tenía que seguir. Y sobre todo, me permitió inspirar a otros jóvenes que creen que en Cuba no se puede. Sí se puede. Cuesta. Pero se puede.

¿Vale la pena arriesgarlo todo?

¿Vale la pena dejar un empleo seguro por algo tan incierto? Esa es la gran pregunta. En mi caso, sí. Porque aún cuando hubo riesgo, la mayor recompensa no fue financiera, fue personal.

Claro, también viví el otro lado: fui fondeado con una cuenta de $100 mil USD por una empresa que luego desapareció. Es un riesgo más del camino. Pero uno que estaba dispuesto a asumir.

Vivir del trading en Cuba: claves reales

No hay atajos. No hay magia. Lo que hay es disciplina, horas de estudio, gestión emocional y ganas de crecer. Si quieres vivir del trading en Cuba, o desde cualquier país donde las condiciones no sean las ideales, esto es lo que necesitas:

  • Empieza con poco y aprende mucho
  • Nunca uses dinero que no estés dispuesto a perder
  • No dependas del trading como única fuente al principio
  • Aprende a perder. Es parte del juego
  • Rodéate de personas que estén en el mismo camino
  • Nunca dejes de estudiar
  • Y sobre todo: cree en ti incluso cuando nadie más lo haga

Conclusión

Esta no es la historia de un gurú. Es la historia real de un joven cubano, Rosniel, que perdió todo y decidió construir una vida sin jefes, sin límites y sin fronteras. A través del trading, encontró mucho más que dinero. Encontró propósito, transformación, libertad.

Y si él lo logró desde Cuba, tú también puedes.

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